lunes, 5 de noviembre de 2007

¿Existen los Espíritus?

En este artículo quiero compartir mi experiencia con las personas que, como yo, perciben, escuchan o ven la existencia de todo un mundo invisible.

Desde temprana edad he tenido percepciones, las cuales me era imposible catalogar, ya que no sabía nada sobre esto. Como la mayoría de las personas de nuestra cultura, me han educado para no creer en la existencia de una forma de vida invisible. Esta parte de la vida se niega también hoy en día.

Todos hemos escuchado historias que revelan que existe algo más de lo que ven nuestros ojos, pero se sigue negando desde la mente. Las personas que percibimos sabemos que esto existe y, a la vez, comprendemos la incredulidad de las personas que no lo perciben. En este caso, no se trata de creer o no creer. Se trata sencillamente de percibir o no percibir. Son muchas las personas que, ante esta negación social, ocultan incluso a las personas cercanas lo que les sucede, pasando grandes dificultades en el día a día. Se suman otras dificultades, como el hecho de no poder compartirlo por el miedo a que piensen que estás loca y el no comprender qué es lo que está sucediendo.

Yo pertenecía al grupo de personas que escuchaba historias de los demás y esas historias me parecían divertidas, me parecían creíbles los relatos, pero no me planteaba nada más. Sin embargo un día, ese mundo se me apareció con claridad. Una cosa es que te parezca posible y otra muy distinta es que lo sientas en carne propia. Mi primera reacción fue la negación y no querer entender que estaba pasando algo fuera de lo normal. A continuación me vino el terror. Estaba aterrorizada, no sabía con exactitud qué era lo que escuchaba, lo que veía y lo que percibía; me quedé paralizada, sentada en una silla, con miedo a que me hicieran daño. No me atrevía a moverme del sitio donde estaba sentada. Lo primero que me vino a la mente fueron imágenes de las películas de terror, donde te muestran seres invisibles y malvados que constantemente buscan hacerte daño.

Estaba desconcertada, aterrorizada y fascinada a la vez. Me había metido en una frecuencia diferente a la que nos movemos habitualmente la mayoría de las personas. Esta frecuencia estaba ahí todo el tiempo, pero yo no había sintonizado con ella y, por lo tanto, para mí no existía.

A partir de ese acontecimiento algo dentro de mi interior se abrió y pude entender situaciones que había vivido con anterioridad. Me di cuenta de que, desde siempre, en mí estuvo abierta una rendija de esa puerta. Pero ¿cómo lo iba a entender si no sabía que existiera ese lado de la vida?. Como la mayoría de las personas, buscaba una respuesta lógica a lo que me sucedía. A lo largo de mi vida he tenido diferentes percepciones, como ver el aura o hacer algún viaje astral.

A mí esas cosas me pasaban sin más, aparecían y me llevaban a investigar para entender y ponerles nombre. Lo más sorprendente que me había pasado era escuchar y ver a seres humanos sin un cuerpo físico. Tiempo después supe que uno de los nombres que reciben esos seres era espíritus. Eran personas que habían fallecido y no tenían la fuerza suficiente para pasar al mundo de los espíritus. Podía sentir su desolación y su soledad. Fue impactante para mí. Cambió mi manera de comprender la vida y también mi forma de vivir, ya que, a partir de ese momento, percibía ese mundo. No solamente lo percibía y lo veía algunas veces sino que notaba que, cuando estaba al lado de estas personas sin cuerpo físico, me quedaba agotada, sin energía, con ganas de vomitar y con la cabeza dolorida; hasta tal punto que me tenía que meter en la cama para recuperarme de algo que no comprendía y que me impedía hacer mi vida con normalidad.

Todo ese mundo te afecta corporalmente produciendo desequilibrios, ya que es una energía que proviene de otro plano, de otro estado. He recibido cursos para comprender mi situación y poder llevar mi vida cotidiana con normalidad. He realizado, y sigo realizando, ejercicios apropiados para equilibrar mi relación con la percepción. También continúo realizando trabajos corporales para fortalecer mi organismo, ya que es importante hacer un trabajo de equilibrio con el exterior y con nuestro cuerpo. En mis estudios he aprendido a ayudar a los espíritus para que puedan salir de el estado donde están atrapados, y para que puedan seguir su camino hacia el mundo de los espíritus.

Actualmente, me siento afortunada por poder ayudar a las personas que están en el camino de la percepción.

Me ha llevado tiempo adaptarme a esta forma de vida, la cual implica ciertas restricciones. sin embargo las personas tenemos un poder de adaptación a veces insospechado y cada día me siento mejor en los lugares donde antes me era insoportable estar.

Se que hay personas que escuchan sin saber de dónde proviene la voz que les habla; y que, ante esta situación, tienen temor a estar poseídos por un ser malvado y endemoniado. También hay personas que por la noche no pueden salir, ya que se sienten fatal sin entender el motivo. Así como otras que, en ciertos lugares como el metro, en hospitales, cuevas o lugares oscuros, les resulta insoportable permanecer, llegando a sentir náuseas y malestar general.

Mi experiencia me ha llevado a ver la importancia de comprender lo que ocurre, de tener herramientas cotidianas y sencillas para poder relacionarse de forma armoniosa con este mundo invisible. Sin estos ejercicios, creo que hubiese enloquecido, ya que las situaciones que vivía eran desquiciantes. Fue a través de los cursos que recibí con Mª Gemma Sáenz (creadora de la TRCD) como obtuve la ayuda para poder entender y llevar mi vida con “normalidad”.

He aprendido que hay diferentes grados de percepción y que cada persona siente de forma particular lo que vive. Pero siempre se puede mejorar nuestra vida, estemos en el camino que estemos.

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